De la primera mitad del siglo XVII, ha sido objeto de numerosas intervenciones arquitectónicas.
Su retablo mayor presenta a un San Antonio de Padua neoclásico, un San José moderno, el trío del calvario compuesto por imágenes barrocas de principios del siglo XVIII y, presidiendo el conjunto, la efigie de un San Vicente joven, con los ojos elevados hacia el cielo.
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